jueves, 30 de mayo de 2024

PRIMEROS PASOS POR EL PORT

Era la época en la que Edu (Eduardo Gómez) estaba ultimando su libro sobre descenso de barrancos en Cataluña. Hace 31 años.

E. Gómez y M. Soro. Gorgas y barrancos de Cataluña, Mallorca y Alto Ésera. Edición de los autores. Barcelona. 1993.

El 14 de enero de 1993 me llamó Begoña, la mujer de Edu, y el 20 volvieron ambos a contactarme para ir a bajar barrancos por Beceite ese fin de semana. Así que llamé a José Antonio Cuchí y dejamos para más adelante nuestro plan de ir a investigar el camino colgado que cruza el Barranco Chimiachas y que ya vimos cuando efectuamos unos años antes su primer descenso (pocos días después, el 7 de febrero fuimos y lo encontramos: ver aquí).
En esos días fríos y solitarios de invierno esa invitación nos descubrió el formidable macizo del Port. ¡Qué lugar!

23 de enero de 1993
Cuchí y yo nos pegamos un buen madrugón y por carreteretas y mil curvas nos plantamos en el Monte Caro.


Tan larga carretera y las ganas de subir hasta la misma cima del Monte Caro (lo más alto de una sierra que, según subíamos, ganaba en perspectiva y en paisaje asombroso para nosotros) nos hizo llegar tarde para entrar a las preciosas Gubias del Regatxol... Cuando salió Edu de ellas, ya todos juntos, atravesamos por una intrincada pista todo el macizo y salimos por el otro lado, el del interior, en Beceite.
Edu, ya lo conocemos, tenía prisa por conocer muchos lugares para incluirlos en su libro y así, pese lo tarde que era, y eso que en enero el día acorta mucho, aún nos decidimos por bajar un barranco más: el (tiempo después muy conocido) Barranco de les Canaletes.
Guardo algunas fotos de ese momento, con el día declinando y poca luminosidad:

Izquierda: la estupenda cascada de inicio (Lo Ventador). Centro: tramo encajado central. Derecha: en los oscuros.

Con tan poca luz y semejante rapidez para no salir de noche cerrada, no tomé ninguna nota. El croquis lo hice de memoria, luego lo pasé a limpio:


Es así como conocimos a estos chicos de Tortosa amigos de Edu. Desgraciadamente no guardo sus nombres pero gracias a ellos empezamos a tomar contacto con los barrancos de tan formidable y laberíntico macizo. Bien agradecidos les estamos. Apenas sabíamos nada de este lugar y mucho menos nombrarlo con corrección (en mi agenda lo anoté como "Ports de Beseit"). Pero nos guardaban para el día siguiente una joya resplandeciente... (luego veremos). De esa noche, tomando un bocado en Horta de Sant Joan, más contentos que cansados, guardo una simpática foto de un joven Edu:

Eduardo Gómez

24 de enero de 1993
Esta vez no madrugamos nada, aunque el día iba a ser largo el barranco lo teníamos cerca.


Nos llevaron a la Vall Figuera, casi nada. Menuda maravilla. Recuerdo que el día era más bien gris, nublado, en concordancia con el mundo mineral que nos iban a descubrir.



Estas son fotos de aquel día.

Las pocas pozas que mantenían agua eran afortunadamente evitables, aquel era un mundo de piedra pulida y ambiente como fosilizado. Siempre he estimado los barrancos secos y este siguió cimentando mi fé. He vuelto varias veces más, siempre en otoño-invierno y con las mismas condiciones, en una de ellas escalé la marmita-trampa por la izquierda.

Esa primera vez sí que tomé notas y pude dibujar un buen perfil. Así nos lo encontramos aquella vez:


Y esta fue la kilométrica combinación de coches que hicimos:


La segunda vez que volví evitamos la bonita avenida de caos de la Vall Cervera y la larga pista de aquella primera vez. Pero ese nuevo retorno, por el Pujador de les Gubies, era muy bonito, muy al estilo de los Ports

Desde entonces su reequipamiento ha ido variando. Una búsqueda en internet nos mostrará en seguida otros croquis y las variaciones en sus anclajes, progresivamente seguros y abundantes. En 1993 era más simple e improvisado, teníamos la sensación (real por lo demás) de seguir unas huellas muy poco pisadas, ser partícipes de un secreto guardado.

En ese año esa especie de pequeño secreto empezó a dejar de serlo. Salió el libro de Edu y yo publiqué algún artículo en la revista Desnivel y la prodigiosa Vall Figuera tuvo su lugar de honor:



Ciertamente en aquella época no circulaba casi ninguna información sobre barrancos en los Ports sino era en el ámbito local, de manera que ésta y el libro de Edu fueron las primeras en trascender. Sin embargo, no eran pocos los barrancos ya bajados (y lo que vendría después). Aquí, como en otros muchos lugares, está todavía pendiente escribir la historia, detallada y documentada, de la exploración barranquista.

Maravillosos Ports.


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