Lo bajamos al día siguiente del Mascún superior (ver entrada anterior). Estuvimos los mismos: Alfonso Gallán, Arturo Santolaria y Enrique Salamero, el 29 de enero de 1989.
En primer plano y hacia la derecha se ve claramente el Barranco de Cueva Cabrito.
Pensamos que se trató de la primera invernal ya que su apertura era muy reciente (verano de 1987) y su divulgación muy escasa. Había sido referenciado en 1988 por sus aperturistas (Jean-Pierre Lucot y Richard Quintilla) en uno de los primeros manuales publicados:
En el prefacio histórico de un libro muy posterior (2004) se confirmaba la fecha y autoría de su apertura:
Tras la primera referencia del manual solo había vuelto a aparecer en una revista muy minoritaria (Bulletin de la Société Ramond) y de la mano de Christian Abadie, a finales de ese mismo año 1988. Dado el más que escaso tiempo transcurrido y dada la nula actividad deportiva de aquella época fuera del verano, es de imaginar que la nuestra fué la primera invernal.
No fue ninguna proeza por otra parte, dejemoslo claro. Hizo un tiempo muy bueno, solo algo frío en las zonas de oscuros, y con nulo caudal como es costumbre en este barranco.
Eso sí, nos lo montamos de una manera inhabitual hoy en día. No conocíamos los retornos que ahora se emplean, así que dejamos el coche al comienzo de la pista de Barranco Fondo, nos fuimos andando por la carretera hasta Corral Alto, bajamos Cueva Cabrito, remontamos el río hasta la salida de los Oscuros, subimos por el camino hasta la pista y la recorrimos hasta la carretera donde volvimos a encontrar el coche.
Esta es la reseña que teníamos:
Es un pequeño misterio. Corresponde exactamente a la que apareció en el manual mencionado, pero la paginación no corresponde a la del libro. No sé donde la conseguí.
Algo más tarde hice yo mi propio croquis. Lamentablemente tiré las anotaciones de campo pero conservo el dibujo "en limpio". Es este:
Es un dibujo en planta. Con el paso del tiempo los haría sobre todo en perfil.
Éste dibujo y otros que ya había hecho con anterioridad los pegaba en el libro de actividades del club de montaña Peña Guara. Fernando Biarge, del que ya sabía pero con el que no tenía trato personal, los vio allí y un buen día paso por la biblioteca del club (de la cual yo me encargaba) y me propuso escribir juntos una guía de barrancos... Fue un contacto que dio sus frutos.