Caímos en su cuenta unos días antes, durante el camino de retorno tras abrir el de Abizanda. Mientras remontábamos por la ladera nos fijamos en la otra vertiente del pantano:
Así lo observamos aquella primera vez (flecha roja). El entrante de agua verde es el vallecito final del Barranco de Abizanda.
No hicieron falta ningunos prismáticos, que tampoco llevábamos, para darnos cuenta de que allí en frente se encontraba un próximo destino.
Y así se ve de cerca desde la misma posición. Estaba claro que había que ir.
Dos dias después del primer descenso de las Gorgas de San Julián nos vinimos aquí. El 22 de diciembre de 1989, justo hace 25 años, José Albás, Fernando Biarge y yo realizamos el primer descenso del Barranco de Lapenilla.
La agenda recoge el nombre que entonces le pusimos, el de una fuente que se encuentra en su zona de cabecera: Fuenserena.
En el croquis que dibujé el día siguiente también lo nombré como Fuenserena. Poco después lo tapé con una pegatina corrigiendo la denominación.
Fue nuestro amigo Santiago Agón, que trabajaba en el catastro de Huesca quien, el 12 de enero de 1990, me comunicó el nombre con el que figuraba registrado: Lapenilla, como la población.
El barranco nos gustó. Tenía zonas pulidas muy bonitas y algún buen rápel. Además, el lugar, tan apartado, extenso y solitario, sin la nueva carretera de la otra orilla, parecía salido del pasado. El pueblo derruido de Lapenilla nos había impresionado por la robustez de algunos de sus muros.
El retorno lo hicimos a las bravas, remontando la ladera calcárea de la margen derecha. Entonces no se había recuperado el caminito que por esa zona discurre, prácticamente nadie andaba por ahí.
Estas fotos corresponden a la segunda vez que lo bajé, mucho tiempo después: el 28 de mayo del año 2000. Estuve con dos buenos amigos: Michel Buesa (en la foto) y Franck Dugravier (ver aquí). Encontré mucho equipamiento taladrado, fruto de prácticas y cursos diversos. En fin...
La agenda es poco explícita. Pepe y yo contábamos pocas horas de sueño aquella noche, llevábamos unas prenavidades algo ajetreadas. Por eso en el croquis solo aparecen 2 pitones plantados. Nos colgábamos de casi cualquier cosa con tal de no sacar todos los trastos y martillear, cansancio obliga...
Dos días después aún volvimos al Cinca a mirar que deparaban el resto de barrancos de la vertiente derecha del pantano. Ninguno pintó bien. Nos convencimos de que con Abizanda y Lapenilla habíamos bajado lo mejor.