8 de noviembre. En camiseta. Sol. Ni aire ni fresco.
Una via de escuela que más bien podría decirse de rocódromo, tan abundantes son los seguros.
Una vía en zona de montaña y de cierta longitud al alcance de unas rodillas que están en fase de restablecerse.
Este es el aspecto del muro por la mañana. El recuadro señala donde se encuentra el Espolón del Pino.
Y así se veía por la tarde, ya de regreso.
El Espolón del Pino ya ha sido bien referenciado antes (ver aquí).
También por sus propios aperturistas (ver aquí), que por cierto indican una salida diferente de la actual. Al parecer, y según su reseña, la vía se enderezaría posteriormente a partir de R4.
La imagen de la derecha muestra los dos bonitos largos del espolón propiamente dicho.
Propiamente hablando el espolón se reduce a los tres primeros largos. Está bien individualizado. Por encima la muralla se rompe en una pendiente de resaltes y lomos graníticos. La vía persigue una pequeña sucesión de ellos que resuelven el itinerario con un agradable final. Solo "desentona" un corto muro, más difícil y mucho más atlético que el resto de la escalada; por suerte las presas son considerables y el equipamiento permite trampear medio en A0 si hace falta (por cierto, la placa que le sigue es bien bonita).
A la izquierda vemos el segundo largo y las dos de la derecha corresponden al tercero. Que diferentes son... y que bien dispuestos están de agarres, cada uno a su manera. Son realmente afortunados.
El gran pino que nombra la vía decora la visión del largo que le sigue.
Es curioso. Junto a él, al igual que al pié de la segunda grada del último largo, aparecen viejos restos de cuando las obras hidráulicas de la zona. Si las piedras hablaran...
En la última reunión se está muy bien, en lo alto de la lengua granítica y con tan buen ambiente de montaña. Tenemos ganar de volver a escalar por ahí arriba.
Nos queda un conocido regusto acabando la vía. Nos ha gustado mucho. El espolón inferior es precioso y la mayoría de los largos tienen una morfología agradecida. Y, a su vez, nos acordamos de hace unos días en Montserrat, donde con frecuencia es preciso navegar por largos muros desprovistos de cualquier seguro y con muy aleatorias posibilidades de asegurar.
Es extraño esto de la escalada. Y es extraño esto de los escaladores. Dejémoslo así.
Es extraño esto de la escalada. Y es extraño esto de los escaladores. Dejémoslo así.
De vuelta pasamos una vez más junto a las pulidas lastras de granito. Los antiguos glaciares. Una misma roca en la que conviven varias superficies.
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