viernes, 11 de marzo de 2016

5 de marzo de 1980

Recordaba mucho estas dos fotos. Afortunadamente Marcos Mairal las tenía escaneadas y me las dio el año pasado. Las he guardado a la espera de estas fechas, poco más 36 años después.

Ninguno de los dos llegábamos a los veinte años.
Fuimos a Benasque en el autobús de línea y subimos andando hasta la Cabaña de Santa Ana en el Valle de Estós. Nos quedamos allí cuatro noches, del 3 al 7 de marzo de 1980. Fue nuestro campamento base.
Ciertamente eran otros tiempos, en la cabaña dejábamos con total confianza sacos de pluma y esquis (no los llegamos a emplear, y bien se me valió, nunca me he puesto unos ni antes ni después). A la vuelta todo estaba en su sitio.

El día 5 decidimos escalar la arista oeste del Perdiguero. No hizo un buen día y tampoco llevábamos un horario muy adecuado. Decidimos retirarnos rapelando por la vertiente norte. Recuerdo que la bajada desde el Portillón de Oô hasta Santa Ana fue rápida y fulminante. La nieve estaba impecable y fuimos literalmente corriendo sin necesidad de crampones.


En ambas fotos soy yo el que aparece. La de la izquierda muestra uno de los largos de la arista. La de la derecha durante los rápeles de retirada (a los pies tengo el bloque que laceamos para el último de ellos y del que no sabíamos si estaba adosado a la pared o soldado por el frío; aguantó).

Inútil decir que ni goretex, ni softshells, ni botas invernales, ni na de na. Un jersey de lana que me había hecho mi madre, botas de cuero (de las de antes), pantalones de "laster", unas polainas de nylon, unos guantes de lana. Cuerda en simple, un piolet cruzado en los tirantes de la mochila, unas bagas en bandolera, algún mosquetón.
Un poco parcos. Luego aprendimos a serlo un poco menos.

Y esta es la información que teníamos. Por entonces no había mucho más. Aún tengo, desde entonces, señalada la página de la arista.




Claro está, tenemos que vivir la época que nos toca. Pero...

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