Ayer vi el marcalibros metálico que trajo mi sobrina de Irlanda. Inmediatamente tuve una asociación de ideas.
Recordé dos de mi colección y un texto que copié hace muchos años. Ayer se juntaron en mi cabeza.
Los dos marcalibros de la izquierda son de titanio y los conseguí en el museo Guggenheim de Bilbao. El de la derecha es de plata y reproduce el detector Alice; me lo trajo Anabel desde Ginebra, cuando estuvo unos días en el CERN.
La página escrita y dibujada es de mi diario, en enero de 1989. De los dos textos, el segundo es la cita de Tom Wolfe que ayer acudió a mi memoria.
El titanio no parece sufrir oxidación. No así la plata, que de esta manera cumple y reproduce la original (y cara) idea de Walter de María.
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