domingo, 28 de agosto de 2016

STONE WALLS (1) Islas de Aran / Inis Mór

El 5 de agosto en Inis Mór durante poco más de 4 horas.

Inis Mor. Dúcathair
(Fotos: aplicación Maps de iPad)

Y allí estaban.
Kilómetros de piedra plana. Kilómetros de piedras en equilibrio, de muros de piedra seca, dispuestos tal cual encima de un enlosado de roca y verde. 
Este fue siempre el objetivo de venir aquí.



Difícil de expresar lo que uno siente en un lugar así.
Toda la plataforma muere, progresivamente desgajada, en el mar. Y sigue viva.



Empezamos a andar, y al girar hacia el acantilado todo empieza:



Uno tras otro:







Hasta el mismo borde del mar.




Supuestamente en verano somos muchísimas las personas que acudimos a Inis Mór. Por supuesto, no soy quien para ponerlo en cuestión. Pero el 5 de agosto no vimos nada que se pareciera, ni de lejos, a una gran aglomeración. Y contadísimas fueron las personas que vimos en Dúcathair.
En cualquier caso fue una suerte para nosotros. Un paisaje así parece poderse apreciar tan solo en soledad.

Dias después, ya en casa, retomamos unas líneas de este buen libro:



"Los constructores de paredes golpean las piedras in situ atentos a su sonido. Cuando suena bien es que han encontrado su lugar junto al resto de miles de piedras que forman los muros y cierres que jalonan las islas. Cada piedra queda donde tiene que estar y estará, una estructura ya sea vertical,  diagonal u horizontal (...) Una soledad verde-gris acotada. Son atrayentes en su grisura como extraños en su conocida falta de autoría. Los denomino Arte debido a su incesante, austera y repetitiva variedad (...) Y a diferencia del arte realizado por artistas conocidos, podemos amarlos sin amar al autor. El yo del constructor se encuentra en el viento que sopla a través de la isla desde todas las direcciones. Además, se trata de colaboraciones de artistas que en su mayoría han marchado y no han sido recordados. Son monumentales aún sin el ego (...) El terreno está delimitado pero nosotros somos libres. Miramos, vemos y el dibujo está en todas partes y milagroso"

viernes, 19 de agosto de 2016

ALGUNAS PIEDRAS EN EL ALTO VALLE DE LA GÉLA

Nos pareció un desierto de hierba y rocas. Tras cruzar el cierre de ganado y abrirse a lo alto del valle, no hubo ni un solo árbol y poco más que discretos arbustos.
Todavía se nos hace extraño pensar así.


Primero solo hay pasto salvo la glera de la Neste.
A la derecha se distingue el Puerto Viejo de Bielsa y el histórico camino que se siguió durante la Bolsa de Bielsa (parece metafórica la soledad de esta vertiente).


Llegando a los lagos de Barroude la piedra lo va ganando todo. Y las nubes, igualmente blancas, parecen impedir cualquier otra percepción.


Más arriba ya todo es escarpe.

Quizá por todo esto al poco de empezar aparece la roca de la Virgen de la Géla. Su rótulo parece avisar:


"Au passant qui ton nom murmure, oh! vierge, rend la route moins dure"
(las últimas palabras ya no se distinguen por una pintada más reciente)

Parece avisar de un valle con tanto espacio vacío que apenas guarda cobijo si no es para algunos pastores.

Y así es. Lo primero que encontraremos son unas pocas cabañas y algún cerrado ganadero. Sin embargo han sido bastantes más a lo largo de la historia. En este enlace de la formidable web "Le Cirque de Barrosa" se explican les cabanes du grand replat de La Géla (ver aquí).

En (y junto a) una de ellas encontramos dos de las piedras que llamaron nuestra atención:


El camino pasa por en medio de dos lugares de interés (ambos son restos de un pasado mayor): un sillar y un pedrusco.


La caseta, lo que queda de ella, guarda una inscripción en dos sillares de una esquina. La más extensa se sitúa en una losa de bonito color con manchas de mayor oxidación. En el enlace mencionado más arriba se da cuenta de lo que aparece escrito.

Tras la gran roca que se divisa en la primera de las fotos, frente a lo que queda de la puerta, una piedra en el suelo muestra también su relieve. Es mucho más antiguo, pero habla en otro idioma:


Uno no se cansaría nunca de mirarla y aguzar la vista.

Y llegando arriba, casi al pie de la muralla de la Barroude, un aviso, tan cortes como precario, anuncia que poco más encontraremos, a parte de las piedras, de lo que fue un refugio, no de pastores esta vez sino de excursionistas y montañeros:



Sin ninguna necesidad de buscar se nos mostró la última piedra de este día.


"Fontaine"
Agua que, en cualquier caso, nada podía hacer ante el fuego que aqui se desató.

La loma, última prominencia verde frente al reino mineral, ofrece la suficiente calma para imbuirse de todo esto:



Con frecuencia cuando todo va desapareciendo son las piedras quienes mejor perviven.