Nos pareció un desierto de hierba y rocas. Tras cruzar el cierre de ganado y abrirse a lo alto del valle, no hubo ni un solo árbol y poco más que discretos arbustos.
Todavía se nos hace extraño pensar así.
Quizá por todo esto al poco de empezar aparece la roca de la Virgen de la Géla. Su rótulo parece avisar:
Parece avisar de un valle con tanto espacio vacío que apenas guarda cobijo si no es para algunos pastores.
Y así es. Lo primero que encontraremos son unas pocas cabañas y algún cerrado ganadero. Sin embargo han sido bastantes más a lo largo de la historia. En este enlace de la formidable web "Le Cirque de Barrosa" se explican les cabanes du grand replat de La Géla (ver aquí).
En (y junto a) una de ellas encontramos dos de las piedras que llamaron nuestra atención:
Tras la gran roca que se divisa en la primera de las fotos, frente a lo que queda de la puerta, una piedra en el suelo muestra también su relieve. Es mucho más antiguo, pero habla en otro idioma:
Y llegando arriba, casi al pie de la muralla de la Barroude, un aviso, tan cortes como precario, anuncia que poco más encontraremos, a parte de las piedras, de lo que fue un refugio, no de pastores esta vez sino de excursionistas y montañeros:
Sin ninguna necesidad de buscar se nos mostró la última piedra de este día.
La loma, última prominencia verde frente al reino mineral, ofrece la suficiente calma para imbuirse de todo esto:
Con frecuencia cuando todo va desapareciendo son las piedras quienes mejor perviven.
Primero solo hay pasto salvo la glera de la Neste.
A la derecha se distingue el Puerto Viejo de Bielsa y el histórico camino que se siguió durante la Bolsa de Bielsa (parece metafórica la soledad de esta vertiente).
Llegando a los lagos de Barroude la piedra lo va ganando todo. Y las nubes, igualmente blancas, parecen impedir cualquier otra percepción.
Más arriba ya todo es escarpe.
Quizá por todo esto al poco de empezar aparece la roca de la Virgen de la Géla. Su rótulo parece avisar:
"Au passant qui ton nom murmure, oh! vierge, rend la route moins dure"
(las últimas palabras ya no se distinguen por una pintada más reciente)
(las últimas palabras ya no se distinguen por una pintada más reciente)
Parece avisar de un valle con tanto espacio vacío que apenas guarda cobijo si no es para algunos pastores.
Y así es. Lo primero que encontraremos son unas pocas cabañas y algún cerrado ganadero. Sin embargo han sido bastantes más a lo largo de la historia. En este enlace de la formidable web "Le Cirque de Barrosa" se explican les cabanes du grand replat de La Géla (ver aquí).
En (y junto a) una de ellas encontramos dos de las piedras que llamaron nuestra atención:
El camino pasa por en medio de dos lugares de interés (ambos son restos de un pasado mayor): un sillar y un pedrusco.
La caseta, lo que queda de ella, guarda una inscripción en dos sillares de una esquina. La más extensa se sitúa en una losa de bonito color con manchas de mayor oxidación. En el enlace mencionado más arriba se da cuenta de lo que aparece escrito.
Tras la gran roca que se divisa en la primera de las fotos, frente a lo que queda de la puerta, una piedra en el suelo muestra también su relieve. Es mucho más antiguo, pero habla en otro idioma:
Uno no se cansaría nunca de mirarla y aguzar la vista.
Y llegando arriba, casi al pie de la muralla de la Barroude, un aviso, tan cortes como precario, anuncia que poco más encontraremos, a parte de las piedras, de lo que fue un refugio, no de pastores esta vez sino de excursionistas y montañeros:
Sin ninguna necesidad de buscar se nos mostró la última piedra de este día.
"Fontaine"
Agua que, en cualquier caso, nada podía hacer ante el fuego que aqui se desató.
La loma, última prominencia verde frente al reino mineral, ofrece la suficiente calma para imbuirse de todo esto:
Con frecuencia cuando todo va desapareciendo son las piedras quienes mejor perviven.
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