Veníamos a subir la Peña el Morral. Cosa que hicimos.
Pero ya nos dimos cuenta que nos gustaba más lo que teníamos a la espalda. Cuantos tejados juntos.
Si nos gustó... Un observatorio con su huerto.
Pero encontramos algo más.
Un muy viejo olmo. Sobreviviente a la grafiosis, a un fuerte vendaval, recubierto de cobre en espera de protección.
Supimos en seguida que lo quieren mucho. Encontramos estos versos de Francisco Castillón en el Llibré de 1979:
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