martes, 27 de septiembre de 2016

DOS PIEDRAS UNIDAS POR DELANTE DEL ANAYET

Como Peregrinos de Piedras encontramos en el monte los jalones que alimentan nuestra admiración.
Surgen siempre de modo imprevisto. No las buscamos necesariamente. Sencillamente aparecen, allí donde están. Ellas y quienes las estimamos pareciera que tengamos cierta predisposición a coincidir. A medida que damos con ellas nos crece la convicción.

LA RECTA
Una línea determinada une dos piedras determinadas.
A una larga distancia: 21,85 km aprox.


(Fuente: mapa excursionista nº 24, 1:50000, Institut Cartògrafic de Catalunya y Rando Éditions, julio 2000)


La línea vista desde la cima del Pico de la Garganta de Aisa.
La línea real no transcurre así, en realidad lo hace en parte bajo tierra.

Cada extremo toca dos rocas harto diferentes (¿encontrará otras en su prolongación?). Pasa a poca distancia por delante del Anayet.
¿Cuántas líneas como esta se hallan en el Pirineo?

PIEDRA 1. Arriel
Su extremo oriental parte de una esplanada bucólica entre los lagos de Arriel:


Ibón Bajo de Arriel. La flecha roja señala la roca.

Su origen se encuentra en una roca singular:



Parece un gran meteorito ferruginoso caído del cielo. Su color y aspecto desentona con todo el roquedo de su entorno.

PIEDRA 2. AISA
Por la vertiente que se extiende al sur de los picos Garganta de Aisa y Sombrero existe una banda calcárea particularmente blanca y karstificada. Forma parte de la subzona AR, una de las cuatro en que ha sido dividida la exploración espeleológica del macizo de Lecherines (ver aquí).
Pasábamos por su base descendiendo desde la del Pico Lecherín (o Garganta de Borau). Tras una glera alcanzamos el comienzo de la hierba que en seguida muere en la pequeña esplanada de una cubeta cerrada, al mismo pié de los escarpes de caliza blanca. Allí está la otra piedra.

La flecha roja de la panorámica y el punto rojo del mapa de la Editorial Alpina señalan la zona aproximada donde se encuentra.

Es ésta:


Es un bloque compacto de caliza gris. Tendrá unos 3 m en su lado más alto.
A cierta distancia, cuando la vimos, cuesta en un primer momento caer en la cuenta. A mi me pareció estar recubierta por los troncos retorcidos de una hiedra completamente seca. Pero ¿una hiedra aquí? En cambio Anabel se dio cuenta en seguida. Es la Arenisca de Marboré.


No es frecuente observar una piedra así, con tanta profusión de reticulado. La arenisca parece barro moldeado, incluso dispuesto con intención.
Salvando las distancias a mi también me recuerda al enfurecido jabalí Okkoto de Mononoke. Pero esa es otra historia bien diferente.


Líneas invisibles que van tejiendo pausadamente nuestro ir y venir.


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